EN DEFENZA DEL INDIANISMO AYMARAQUESWA

Yawar Copana Mamani*
“Indianistas hay y habra siempre en este ‘Tiempo de opresion’. Pero, no todos son iguales, pues existe entre ellos diferencias bien marcados. Hay indianistas falsos y verdaderos. Unos son consecuentes, radicales, rebeldes y los otros, en cambio, no llevan estas caracteristicas peculiares. Unos persiguen una vida sin la opresion y los otros, por el contrario, no la pretenden, pues por su pesimismo piensan que los indios jamas lograremos la liberacion". Ayar Quispe
INDIANISMO-KATARISMO
Defender el indianismo es hoy más necesario que nunca, así como la pretensión de nuestra liberación es una contienda constante de nunca acabar para nosotros: los mal llamados indios.
En todo momento de nuestra historia, quien nos domina, siempre ha pretendido que como aymaraqueswas seamos los eternos disciplinados, para de esta forma, no impugnarles las relaciones de supremacía a los blanco/mestizos. En este papel instrumentalizador, no solo nos han negado como sujetos creativos, más aun, han bloqueado nuestro camino al futuro, bloqueando el florecimiento de nuestro pensamiento ideopolitico propio. De esta forma todas las ideas rectoras de nuestras revueltas han sido cuestionadas bajo los parámetros del paternalismo del pensamiento europeo.
El renacimiento del indianismo, como clara expresión política y práctica de lucha en este “estado de sumisión”, ha significado para nuestros colonos, no solo un descarrío histórico, sino una locura de los indios de reabrir viejas heridas coloniales en búsqueda de la reconquista hegemónica de su poder político/cultural propio. Puesto que este atrincheramiento de los indios ayamaraqueswas en la escena política nacional, a partir de lo genuino y como producto de la colonialidad, no encajo en lo existente; es decir no pudo ser encasillado como una tendencia ideológica en las corrientes políticas surgidas en otras realidades. De ahí que el surgimiento de este pensamiento político e ideológico no podrá ser catalogado como la derivación de la derecha pizarrista, ni en la de la izquierda almagrista. Quizá su mayor critica recibida, es la de no encajar en la llamada política moderna, que gira en torno a la dicotomía entre liberalismo o el socialismo utópico (ambas surgidas en la Europa medieval), como ideas rectoras a las que se dirigen las demás etnonaciones raciales de los estados del mundo.
Entonces el indianismo pronto se convertiría durante esta mitad del siglo XX en el mayor movimiento contracolonial que romperá con todo esquema construido por occidente, sobre este territorio ancestral de los indios.
Este acrecentamiento descomunal del indianismo guerrero, hoy por hoy, en este mal llamado Estado Plurinacional de Bolivia, no solo es empañado por esa veterana “izquierda colonial” del Movimiento al Socialismo, sino ha sido falseada por los propios indios serviles a ese aparato despersonalizador.
Pero para la mejor comprensión de esta defensa, es necesario recurrir al descubrimiento de los artificios y las acusaciones, sobre las que se valieron nuestros detractores para carcomer a nuestra ideología.
EL CERCO DE LA MURALLA DEL SILENCIO AL PADRE DEL INDIANISMO.
Hoy el indianismo, debe ser entendido como aquella construcción ideológica/politica de los indios, a partir de la historia de su indianitud; es decir, es teoría y práctica comunera de los aymaraqueswas que maduro a lo largo de estos cinco siglos frente a la negación y la opresión. Su finalidad es la de la total liberación de las etnonaciones y etnoclases autóctonas que subsisten a la heredad de la dominación colonial. Ese papel liberador del cual es acarreador ese Indianismo, no puede ser comprendido únicamente en el plano de lo político, es decir con la sustitución de un indio aymarqueswa en el lugar que era por excelencia admitido para los blancos/mestizos. Más aun, su radicalidad es entendida, en la medida de que como pretensión histórica, intenta la continuidad de nuestro desarrollo histórico, económico, filosófico, cultural, científico y tecnológico; siendo portadores de los grandes cambios a las que Europa no ha sabido dar salidas.
En ese entendido no es comprensible su disipación, mientras no se den luces ni sombras sobre el renacimiento de ese glorioso pasado, que para los indianistas aymaraqueswas se convierte en una evidente señera posibilidad venidera.
Hemos dicho disipación, desaparición o conversión del indianismo, como se lo plantea el día de hoy. No por iniciativa de los indianistas, ni de los autóctonos que viven bajo la supremacía del hombre blanco, sino desde la intelectualidad blancomestiza, peor aún, desde el sujeto desindianizado, desde esas criaturas amaestradas en las Universidades en base al pensamiento globocolonizador; que rechaza lo propio y ama lo ajeno, que percibe como superior la vida y los vicios de la modernidad colonial, sobre la que se enmarca para criticar a su propio movimiento liberatorio.
Los antecedentes de esta actitud frente al indianismo, se han dado desde los inicios de su reconstitución. Si bien recordamos, el impulsor y difusor de esta ideología política de los indios ha sido, sin duda, Fausto Reinaga Chavarría, quien ha confeccionado a partir de nuestra historia de antes y después de la llegada de los cristianos; un pensamiento político/ideológico legítimo frente al sistema colonial dominante, así lo ha expresado en sus palabras:
“Mi ambición es forjar una ideología india; una ideología de mi raza… No escribo para los oídos hipócritas del cholaje. Yo escribo para los indios” 1
En efecto es pues certera esta aseveración, puesto que esta ideología ha sido pensado para los mal llamados indios, es decir para los aymaraqueswas que vivimos en este tiempo de opresión, bajo los talones de la aparente superioridad de los blanco/mestizos. Supremacía minoritaria que deberá ser invertida, como eje ordenador de la nueva sociedad renaciente.
Entonces el indianismo, desde luego, fue muy importante para la concientización y politización de los indios; y gracias a esto, en la segunda mitad del siglo XX, nuestras etnonaciones autóctonas que se hallaban cabizbajos han cambiado radicalmente su modo de ser y proceder; han abierto los tiempo del awqapacha: la de esa guerra interétnica que origina los nuevos órdenes y desordenes; aquella desde donde se levanta y se autocompone un nuevo indio en reconstrucción, es la misma civilización semierguida que no acepto la derrota frente a los pelados de acero.
Por estas cualidades teóricas que recupero el gran kolla aymaraqueswa: Fausto Reinaga, no ha sido un sujeto apreciado por la intelectualidad q’ara, más al contrario, es y ha sido considerado el cerebro más peligroso de los indios. De modo que, con la intención de obstaculizar a los indios cualquiera práctica política del indianismo tawantino de Fausto Reinaga en el seno de sus organizaciones; y con la finalidad de seguir ganando terreno político e ideológico, han fabricado embustes contra ese indianismo renaciente. De ahí que, ha sido (o es) tildado generalmente ante la opinión pública, como “racista, retrogrado y de radicalidad aymara” 2.
A partir de estas desavenencias, el indianismo naturalmente siempre será una ideología muy detestada por los q’aras. Esta negativa se debe, al temor que tienen por la reindianizacion de los aymaraqueswas por medio del indianismo guerrero, quizá porque presienten que pronto estará en duda el dominio y la hegemonía que han construido.
Frente a estos designios de derrumbe de su statuquo en la administración del poder colonial, del cual es arriero el indianismo y los indianistas aymaraqueswas, otros no le dieron la importancia necesaria a las obras (o al indianismo) que había hilvanado Fausto Reinaga, todo esto por el gran temor que seguramente sintieron, solo prefirieron dejarlo en el silencio. Así nos confiesa el incontenible Inka Ruphaj en son de desafío:
“(H)are pedazos a la infame muralla de ‘silencio organizado’ con que me ha puesto cerco la Bolivia del cholaje…” 3
Entonces, esa “intelectualidad blanco/mestiza” que ha pensado y organizado esta cavernaria sociedad Boliviana, se había pensado en primer lugar a sí mismos, como la única fuente aceptada de interpretación de la realidad, pero no pudieron pensar nuestro mundo indio sin ir más allá de Europa, de ahí que vinieron a la vida no como aliados del indianismo, ni de los indianistas aymaraqueswas, sino como su principal enemigo político e ideológico; no como un individuo que quiere apoyar la liberación del indio para que pueda organizar una sociedad diferente al de occidente, sino para ponerlo freno u obstáculo. En este afán han recurrido a un sin fin de maniobras políticas, que van desde la difamación hasta la mala interpretación que realizan de nuestra tendencia ideológica. Solamente para corroborar esta actitud de la inteligencia del Cholaje frente al aymaraqueswa, Tristan Marof, balbuceaba con estas expresiones:
“He discutido innumerables veces con mi amigo, el escritor indio Fausto Reinaga, autor de numeroso libros sobre la raza india y el ‘poder indio’, y toda la armazón que ha construido trabajosamente a base de documentos y panfletos cae en el vacío, porque la raza india de Bolivia, del Perú y del Ecuador, solo se rebela por cuestiones materiales como son las tierras para vivir y procrear” 4.
Entonces, al considerar como vacío el pensamiento indianista de Fausto Reinaga, lo que en realidad se procuró fue negar nuestro propio horizonte histórico de estado que en cada momento de nuestras luchas prevaleció.
Finalmente con el llamado “muro del silencio organizado”, no solamente han pretendido extirpar el indianismo, de la vida y el pensamiento de los aymaraqueswas, ese no era el fin, el desenlace mayor fue siempre extirpar esas ideas contracoloniales de guerra que se estaba madurando día a día en nuestros ancestrales ayllus, comunidades y ciudades de dominio indio (como El Alto).
LOS FALSARIOS DEL INDIANISMO: entre pseudo Izquierdistas, Indigenistas, Untojistas y Pachamamicos.
Entonces los enemigos del indianismo habrán siempre en este tiempo de dominación, así como es evidente el odio racial de los blanco/mestizos, quienes son los acérrimos enemigos de nuestras etnonaciones aymaraqueswas.
Para nuestro mejor alcance; debemos admitir que hoy por hoy, quienes se ostentan en el poder y se califican de izquierdistas, han manoseado el indianismo como teoría y discurso; y gracias a esto, no solo se han apropiado de nuestros símbolos, héroes y ‘terminología indianista’ como ‘pachakuti’, ‘indianidad’, ‘pachamama’, ‘socialismo comunitario’; sino que, bajo este programa intentan obstaculizar la real libredetermiancion de nuestras etnonaciones más empobrecidas. Es decir, que para legitimarse en el poder, han utilizado el discurso de los viejos indianistas para poder alinear en sus filas al grueso poblacional cobrizo que es de esencia y presencia aymaraqueswa en este país. Bajo estas ideas contracoloniales, estos pseudointelectuales de la izquierda tradicional han maniobrado, conquistado y sujetado maliciosamente a todas las etnoclases autoctonas de los trabajadores del agro, de las minas y las fábricas. De ahí que sin temor alguno, estos corifeos se han jactado en calificar a este gobierno de las viejas derechas e izquierdas, de ropaje indianistas o tupakataristas. Así lo demostrara en todo momento ese señorito intelectual del Álvaro García Linera, a quien no le basta con autocalificarse como viejo bolchevique, sino también debe aparecer frente a la indiada como el “Qananchiri” del camino liberatorio de los Aymaraqueswas. Así lo podemos evidenciar en estas afirmaciones que realizo en el momento en que asumió el mandato estatal por segunda vez:
“presidente Evo, aquí tiene a un revolucionario, a un viejo bolchevique e indianista tupakatarista a la vez, una combinación formidable para ayudarlo, para estar junto a usted y con nuestros movimientos sociales que son el orgullo del mundo…” 5
En este escenario, nuestra ofensiva política e ideológica no solo debemos dirigirlos frente a esa intelectualidad de los partidos de la derecha e izquierda coloniales, con quienes no existe dialogo alguno, tan solo una constante ofensiva.
Para con esta crítica que nos interesa; también se debe lidiar a como dé lugar con nuestros propios detractores del indianismo, es decir con los kataristas de Fernando Untoja, que se han camuflado con ropaje de “indianistas-kataristas”.
Hemos dicho defensa del indianismo, o mejor aún, es una defensa legítima del pensamiento liberador de los aymaraqueswas, frente a la tergiversación maliciosa de nuestros objetivos políticos de lucha.
Estas desventuras asumidas por ciertos colectivos de “Indianistas-kataristas”, han sido presentadas como la superación de las viejas teorías Indianistas, mas no así del Katarismo. Los argumentos presentados por estos sujetos liberales, es que, ese viejo indianismo ya no responde a los tiempos actuales, ni a los problemas modernos de los aymaraqueswas, que para el tiempo actual se habrían convertido en ultraliberales y capitalistas naturales.
El nombre “Indianismo-Katarismo” que se arrogan estos embusteros, no tendrá ninguna relevancia, ni merecería ningún cuestionamiento si lo consideráramos como una simple desviación, pero el hecho es que para que esta inexactitud pueda legitimarse, atacan al indianismo tawantino de “ortodoxo” 6, sin haber comprendido la totalidad de su postulado.
Estos desencantos prematuros, no están dirigido al redescubrimiento y la superación a partir de los aportes de los pioneros del indianismo. Sino por el contrario, están destinadas a desmoronar nuestro edificio ideológico, sin haber recorrido la senda del indianista aymaraqueswa que busca la reconquista de su propio estado.
Esta disconformidad con el indianismo, al parecer, es la disconformidad por la frustración de no haber reconquistado el poder después de los históricos levantamientos de los años 2000-2005; subversión emprendida por Felipe Quispe Huanca, quien elevo el Indianismo a su siguiente nivel. Pero, he aquí un paréntesis, en lugar de analizar los factores que impidieron esta posibilidad, estos falsarios, tan solo optan por dejarlo a ese pensamiento indio, que reabrió el debate político contemporáneo, en torno a las etnonaciones aymaraqueswas, como transportadores de nuevos paradigmas de la vida política.
Entonces no debemos pensar que existe buen gesto, en estos cuestionamientos de estos “indiacos amestizados”, que no hablan ni piensan en nuestro lenguaje, ni buscan nuestra liberación. Por el contrario, como señala Ayar Quispe, “estamos ante la presencia de individuos, que nunca van a tener al igual que los ‘indianistas’ una posición radical frente al opresor”, puesto que esta forma de hacer política es ‘ambigua’, frágil y moderada; estos ni en sus sueños imaginan que en algún momento nos tocara el reabrir un tiempo del “Buen Gobierno de los indios” en este país, todo esto siendo nosotros mismos y a partir de nuestra indianitud.
Si bien estos se asumen en parte como indianistas, no poseen casi nada de los rasgos políticos de los viejos indianistas. Pues en sus escritos extravagantes, no hallaran las ideas centrales bajo las que se reconstruyo ese viejo “indianismo guerrero”.
Para este “etnocentrismo aymara”, expresado como “nacionalismo aymara”, se ha desechado en primer lugar el término “indio”, que es la que puso el matiz a nuestra corriente ideológica, es decir, la marca diferenciador del indianista y del indigenista. Para nuestros acomodadizos, el término “indio” es despectivo y colonial, y por tanto negativo para reivindicar nuestra lucha a partir de la colonialidad de los motejados de la tierra. No comprendieron, que esta categoría política indianista, pese a su carga “despectiva”, se ha aprovechado como un aditivo al factor étnico para convertirlo en un término combativo, para enfrentar al enemigo opresor: el q’ara. La existencia de esta dicotomía indio-q’ara expresa la vigencia de las relaciones coloniales de dominación, que los indianistas pretendemos invertirlo.
Además cabe recalcar, que esta terminología ha servido para englobar a otros etnonaciones autóctonas de otros países coloniales que luchan por su libredeterminacion como etnonaciones, razas y culturas; de esta forma generando una identidad genérica de panindianismo.
A su vez, los métodos de lucha planteados por el indianismo también han sido considerados como menos eficaces, el asunto de la guerra ha sido desechado o descartado por esta corriente política e ideología “neoindianista o neokatarista”, debemos recordarles a estos falsarios que este elemento es propio de nuestro pensamiento, pues sus primeros ideólogos como Guillermo Carnero Hoke (Peru) y Fausto Reinaga Chavarria (Bolivia), han considerado sin disimulo a la guerra como una herramienta útil para lograr la liberación de los indios aymaraqueswas. Por este motivo en 1971, Reinaga ha considerado al Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, como el primer documento de guerra que la américa india en boca rebelde lanzo al mundo.
No solo eso, estos falsarios, lo han convertido a ese indianismo katarista como “neo indianismo”, porque la “antigua” les parece insípida y peligrosa; esto debido a que proclama abiertamente la guerra como método de lucha. En contraposición, dirá Pablo Mamani:
“Se tendría en el ‘nuevo’ katarismo-indianismo o indianismo-katarismo, un lado duro y a la vez el otro lado suave. Lo duro está representado por el indianismo y el suave por el katarismo” 7
Viéndolo desde esta perspectiva, ese nuevo “indianismo-katarista” tendría doble personalidad, de esto podemos deducir con facilidad que estos “exóticos” de ningún modo son individuos contrarios a la tendencia del “katarismo de Fernando Untoja”, sino que para legitimarse deben adjudicarse, que, también son portadores del indianismo radical. La explicación seria lo siguiente: estos postulados provienen claramente de Fernando Untoja, quien sostiene que el aymara es más liberal que el mismo q’ara, y que esta lógica le ha servido para convertirse en un “qamiri aymara = aymara capitalista”, pero que esta nueva aristocracia, no consigna su condición económica a reconquistar el poder político, por lo tanto existiría un vacío ideológico en cuanto discurso y proyecto político de esta nueva clase social. A partir de ello, los untojistas, requieren de la necesidad de agarrarse del viejo indianismo, al cual cuestionan fuertemente de “ortodoxo”.
Para nuestro ideólogo contemporáneo del indianismo Tupakatarista Ayar Quispe:
“Más bien, son individuos que nos empujan al abismo de la opresión; son instrumentos de los opresores que tiene la función de contener a los ‘rebeldes de la tierra’; son perros amaestrados, que se dedican a trabar, ocultar y enervar la liberación” 8.
Puesto que no existe sinceridad en sus planteamientos, ya que la emergencia del mundo aymaraqueswas en el plano económico/político no es consecuencia de sus discursos ni actuares políticos. Más bien diríamos, que nuestras etnonaciones aymarqueswas nos han demostrado capacidad para esa adaptación y potencialidades para desarrollarse, para el momento actual influenciado por la modernidad del mundo occidental globocolonizador.
Además no debemos imaginar falsamente que esta nueva forma de burguesía de indios aymaraqueswas, que ponen de modelo los “neo indianistas-kataristas”, aun sienten y se piensan ya como aymaras o de otras etnonaciones, es decir, son individuos carentes de ideología política, prestos a mantener este estado colonial, y quizá por esta complejidad puedan acomodarse también en un futuro estado Tawantino, si se les da las condiciones. Creer que desde esa nueva aristocracia aymara 9, va venir los grandes cambios trascendentales para los más empobrecidos, es pecar de ingenuos, puesto que esta minoría que ha cambiado su realidad, es también opresor y explotador de sus propios hermanos de raza. Pensar desde esta óptica es darle razones suficientes para que Europa como pensamiento político se pueda apropiar aún más de nuestro modo de vida como etnonaciones autóctonas.
Finalmente para nuestro cuestionamiento, debemos indicar que estos “almas buenas” mandados por los “Congresos de cultura” como indica Franz Fanón, en los Condenados de la Tierra; le exponen a este pueblo en rebelión, las calidades específicas de la riqueza de los valores culturales de occidente; señalando de que no todo es malo de los europeos, para de esta forma reposicionar el “capitalismo, esta vez desde lo andinoamazonense”.
Ciertamente estamos ante una generación de “indianistas-kataristas liberales”, que carecen de una identidad política indianista, que destruyen los mitos construidos por nuestros mayores, aunque estos sean para mal o bien, lo cual es contraproducente; más aún, que han perdido nuestro horizonte histórico de estado, el de la libredeterminacion de nuestras etnonaciones por la reconquista Tawantinsuyana.
En esta destrucción, al parecer, según nuestro jilata Saúl Flores Calderón10, el texto de Pedro Portugal y Carlos Macusaya (EL INDIANISMO KATARISTA) sirvió de sustento teórico/histórico, para que los contemporáneos “indianistas-kataristas”, se decepcionen de su pasado, pues en ella se mostró al “indianismo y sus organizaciones” como una realidad de peleas, corrupción, caudillismo, enemistad, egoísmo, traición, infidelidad. Una historia de los indianistas aymarqueswas, contenido en un relato de fracasos y estancamientos, y no de logros ni virtudes, en cuanto a lo ideológico y político.
ATENCIONES FINALES
Creo que no se puede edificar si antes no se derrumba, pues lo que está, puede perjudicar lo que tiene que venir, así lo están comprendido los llamados “indianistas-kataristas”. En este objetivo, no es a la colonia a quien intentan derrumbar, sino a nuestra ideología libertaria de los aymaraqueswas.
En contraposición, creemos que no se trata de una forma de construcción de Poder que pueda levantar a los motejados, para encumbrarse en un retorno al cauce histórico del pueblo andino. Estamos completamente de acuerdo, en que el Indianismo como tal, no nació acabado, herméticamente cerrado como para reactualizar ese pasado Tawantino, tiene algunas limitaciones eso es cierto, pero como horizonte histórico de estado esta formulado en el Segundo Tawantinsuyu, que sería algo así, como una “segunda edición, aumentada y corregida” del pasado glorioso; para las que hay que construir un verdadero cuerpo doctrinal indianista y una organización que la encarne, y creo que ahora será en las nuevas generaciones emergentes teorizar esa posibilidad, para encaminarnos todos juntos en esa búsqueda. Pero no se trata de verdades que se impondrán por sí mismas, sino que serán el resultado de una lucha y esta lucha es consecuencia de una organización, y de una calidad de dirigentes, y de una excelencia de ideología: un indianismo revitalizado y superior.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:
1 REINAGA Fausto, “La Revolución India” en Obras completas Tomo II/Vol. V Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia 2014, p. 48.
2 QUISPE Ayar, “Indianismo”, Pachakuti-AWQA. Qullasuyu: 2011, p. 12.
3 REINAGA Fausto, “La revolución India”, La Paz, PIB, 1969, p. 697
4 MAROF Tristán, “Radiografía de Bolivia”. p. 96
5 GARCIA Linera Álvaro, “Del Estado aparente al Estado integral”. Discursos y Ponencias del vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, 2010. p. 14
6 Ver Periódico digital PUKARA Nº 122 y 125, artículo escrito por Roger Adán Chambi Mayta.
7 MAMANI Ramírez Pablo, “Katarismo-Indianismo”. Revista Anual Willka, año 5, Nº 5, La Paz-Bolivia, 2012. P. 121
8 QUISPE Ayar, “Indianismo-Katarismo”, Pachakuti-AWQA. Qullasuyu: 2014, p. 44.
9 Ver Periódico digital PUKARA Nº 124 y 127, artículo escrito por Pablo Velásquez Mamani.
10 Ver Periódico digital PUKARA Nº 119, artículo escrito por Saúl Flores Calderón.
*Es ideólogo e intelectual autodidacta del Movimiento Indio contemporáneo, ensayista de temas de la realidad indígena y/o indio.


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